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Periodismo ciudadano

El periodismo ciudadano es un movimiento en el que los propios usuarios son quienes se convierten en informadores. La acuñación del término es muy reciente, fue en 2004 cuando el profesor Dan Gillmor lo hizo; sin embargo, no es una nueva iniciativa dado que en los años 80 los Medios de Comunicación Comunitarios ya fomentaban en las radios la participación ciudadana. El movimiento ha debido parte de su éxito al acceso generalizado de Internet, herramienta que ha permitido a los ciudadanos tanto compartir informaciones como acceder a las publicadas por sus vecinos.


La necesidad de este tipo de periodismo surge de la creciente desconfianza hacia los medios de comunicación tradicionales. La periodista Rosa María Calaf asegura que “hay que desconfiar de los medios tradicionales porque se han alineado en ese pensamiento único (…) hasta aquellos que no estamos de acuerdo nos acabamos encontrando en esa misma línea”. Es decir, tal y como muestra el barómetro de Eassypress de 2013, el 82% de los profesionales de la información consideran que el periodismo ha perdido credibilidad en la última década. Respecto al periodismo ciudadano, el 51% cree que resta credibilidad la profesión, y sólo el 29% lo considera positivo.

Ante esta diversidad de opiniones se deduce que este movimiento tiene tanto sus ventajas como inconvenientes. Por un lado, es una forma de generar contenido sobre lo que los medios no informan y ofrecer de este modo otro punto de vista sobre un mismo hecho. Además esta participación no está sometida, en principio, sometida a ninguna censura previa por lo que, en este sentido, se defiende que el periodismo ciudadano es un acicate a la democracia.


Esta corriente periodística permite informar de lo sucedido antes de que los medios hayan podido llegar o donde a éstos no se les permite acceder. Este artículo de la web Periodismociudadano.com muestra varios casos en la historia en los que este tipo de periodismo ha tenido especial relevancia. En ocasiones, los periodistas ciudadanos se enfrentan a riesgos similares a los de los profesionales, pero estos carecen de protección.


Algunos medios como The Guardian y la CNN se han dado cuenta del potencial del movimiento y han creado plataformas en las que sus lectores pueden convertirse en nformadores por medio de hastags en las redes sociales o aplicaciones.


Sin embargo, en una sociedad en que la información pasa de estar gestionada por unos pocos a otra en la que prácticamente todos tienen la posibilidad de comunicar hechos, la información generada es ingente. En esta situación es importante saber filtrar y separar la información relevante.

Además, nada asegura que la información proporcionada por no profesionales sea veraz y de calidad. El periodista trabaja bajo una serie de normas y un compromiso con la verdad. Esta responsabilidad sólo afecta a los profesionales y son ellos quienes disponen de las pautas sobre cómo informar de forma adecuada. Quienes se muestran en contra de esta nueva corriente de periodismo defienden que cualquiera podría estar capacitado para contar lo que está pasando y cuándo está sucediendo, pero no para explicar cómo y porqué está pasando.


En definitiva, el periodismo ciudadano puede ser una buena forma para suplir las carencias del profesional, pero hay que tener en cuenta que no toda la información es igual de fiable ni válida. Se podría considerar por lo tanto, que son dos tipos de periodismo complementarios que juntos y bien combinados aportan una mayor y mejor información.


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